Texto Argumentativo - “La Intrusa”

 Una mujer, dos hermanos y muchas miradas

Análisis de “La Intrusa” de Borges por Lucía Belmonte


Jorge Luis Borges no solo escribió sobre laberintos y bibliotecas infinitas; también se atrevió a hablar de pasiones humanas profundas, de celos, poder y violencia. En La intrusa, el centro del conflicto no es una biblioteca ni un espejo, sino una mujer: Juliana. Dos hermanos la desean, la comparten y, finalmente, uno de ellos decide matarla. La cita que acompaña este cuento destaca algo muy importante: el estilo narrativo de Borges alterna voces y puntos de vista —el de los hermanos, el de los testigos y el del narrador—, permitiéndonos observar el hecho desde distintas perspectivas. Esta forma de narrar hace que el lector no reciba una única verdad, sino que se vea obligado a tomar postura. En un mundo donde el amor, la posesión y el honor se entrecruzan, La intrusa nos enfrenta a lo peor y más íntimo del ser humano.


La cita menciona que Cristián “ofrece su mujer a Eduardo”, y eso ya nos plantea algo brutal: Juliana no es tratada como persona, sino como objeto que se entrega. Borges no lo dice directamente, pero lo sugiere en la manera en que los personajes y los testigos se refieren a ella. En el tercer párrafo, Juliana “era una cosa”, y eso resume la visión que los hermanos tienen de ella: no la aman, la poseen. El hecho de que el narrador no sea del todo omnisciente y que se base en lo que otros le contaron refuerza esta sensación de distancia, pero también de realismo. Se siente como un mito popular del arrabal, transmitido de boca en boca, donde lo que importa no es la verdad literal, sino lo que la historia revela sobre el alma humana.

Me llamó mucho la atención cómo Borges construye el conflicto sin juzgarlo abiertamente, pero dejando marcas claras para que el lector pueda hacerlo. El discurso indirecto libre, el dialecto de los testigos, y las frases de los hermanos nos hacen sentir que estamos escuchando una historia repetida, una tragedia aceptada. Lo terrible es que, dentro de esa lógica, el asesinato de Juliana parece una solución lógica. Pero desde nuestros valores, eso es inaceptable. Entonces, Borges nos lanza un desafío: ¿podemos entender sin justificar? ¿Podemos leer sin quedar atrapados en la mirada machista de los personajes?

Además, el cuento pone en duda nuestras ideas modernas sobre el amor. Para los hermanos, amar es poseer. No hay espacio para el deseo individual de Juliana, ni para una relación libre. Ella es “la intrusa” en un vínculo cerrado y violento entre hombres. Me hizo pensar cuánto hemos cambiado —o no— como sociedad. ¿Sigue habiendo “Julianas” que son usadas, ofrecidas, descartadas? Borges no responde, pero nos deja la incomodidad.


La intrusa es mucho más que un cuento sobre dos hermanos y una mujer. Es una historia que, desde distintas voces, nos enfrenta a preguntas incómodas sobre el amor, el poder y el lugar de la mujer. Como dice la cita, el lector puede elegir su postura, porque el texto está abierto a múltiples lecturas. Pero ese mismo juego narrativo nos obliga a no ser indiferentes. Borges, como siempre, va más allá del relato: nos invita a mirar de frente la complejidad de lo humano. Y en este caso, lo hace con una crudeza que duele, pero que nos hace pensar.

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