Texto Argumentativo - "¿Y sí no hay un fin?"

 

¿Y si no hay un fin?

 

La idea de la inmortalidad siempre ha fascinado a la humanidad. Al leer La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, se nos presenta una visión única de ella a través de una máquina capaz de capturar la vida en un bucle infinito. Este concepto, aunque sea solo parte de una novela, nos invita a reflexionar sobre el poder de vivir una vida sin fin.

 

¿Qué significa vivir eternamente? La esencia de la vida radica en su finitud; tenemos nuestro coraje y valentía porque sabemos que solo tenemos una vida que se termina. Vivimos en constante movimiento hacia adelante, buscando nuestro propio propósito y significado. Sin la muerte, los logros y experiencias perderían su urgencia y valor. Llegaría un punto donde la vida sería aburrida y careciente de sentido.

 

La inmortalidad nos podría llevar a un desgaste emocional y psicológico. La repetición infinita transformaría el amor en monotonía y la ambición en desesperanza. El anhelo por la inmortalidad, aunque comprensible, es una trampa peligrosa. La belleza de nuestra existencia radica en su fragilidad, en la oportunidad única de cada momento. Imaginemos un mundo donde el tiempo no tiene fin, donde los días se repiten eternamente: la maravilla de lo efímero se perdería, y con ello, la pasión que impulsa nuestras acciones y decisiones.

 

Quizás, entonces, en lugar de buscar un mundo sin fin, deberíamos abrazar la finitud con toda su intensidad. Apreciar cada día como un regalo, cada experiencia como un tesoro. No es la duración de la vida lo que le da valor, sino la forma en que la vivimos. Al aceptar nuestra mortalidad, encontramos la verdadera inmortalidad en los recuerdos que dejamos y en el impacto que tenemos en los demás.

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